Mientras esperaba se preguntaba todavía por que estaba el entre ese lugar, dicifilmente reconocía a alguien pero se sentía tan en confianza, al mirar hacia lo que parecía un pequeño estrado vio que la luz le daba directo al rostro y no podía ver con claridad la figura que le hablaba, pero era mujer eso ni dudarlo.
Intranquilo jugueteaba con el cuello de su camisa sentía un candor que subía del pecho hasta su garganta bajo su mano y golpeo a un hombre que tranquilamente le dijo: “Este es el sitio indicado”; le miro y pensó “A este hombre lo conozco”.
La espalda aun le molestaba y por momentos le hacia perder el hilo del discurso, si pudiera verle el rostro sabría que pensar; mas sin embargo luego oyó la frase que le hizo quedar perplejo “por amor les pido tengan gran cuenta de la guarda de la regla… que si las guardan con la puntualidad que deben no será menester otro milagro para canonizarles…”; “Es ella” dijo para si, y le vio mas claramente su rostro al pasar a su lado por la puerta que daba a la salida, “Madre” le interpelo al tenerle a su lado “¿Hasta gente como yo puede ser santa?”, dándose la vuelta le contesto con ternura “Hijo mío que si la santidad fuera para los religiosos solamente no tendríamos a mucha gente en los altares”, el joven solo alcanzo a sonreír. “Ahora despertad a la vida y busca tu camino a la Santidad y no te quejéis mas de tus dolores”.
Despertó en medio de la penumbra, bajo de los hilos y toco su frente pensando que el Señor tiene maneras muy extrañas, pero tan lindas de llamarnos la atención.
